jueves, 19 de abril de 2012

Noches eternas.

Su rostro lo dice todo. La tensión desea salir de su ser y clava sus puños en el cojín que se encuentra sobre la cama. Una lágrima excesivamente amarga recorre su mejilla. Cae lentamente al colchon, como si de una pluma se tratase. Vuelven recuerdos inesperados, el pasado ahora se convierte en presente y la única lágrima que antes corría desesperada por su cara ahora se transforma en un millón que buscan soluciones rápidas a problemas interminables.
La soledad siempre ha sido su mejor aliado, solo comprenden su dolor las cuatro paredes que la envuelven todas las noches. Quizá sus inseguridades son las causantes de tantos desequilibrios. Muchos piensan que está loca, loca por llamar hijas a sus palabras. Y es que ella sabe muy bien que son las únicas que nunca la abandonarán, esas que siempre dirán algo hasta cuando no haya nada que decir.

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