jueves, 26 de abril de 2012

Llegará.

Llegará un momento en el que no seas nada, en el que ni recuerde tu nombre, tus labios, tu sonrisa.
Y puede que entonces me detenga y piense: yo le quería, le necesitaba pero llegó un día en el que me di cuenta que había aprendido a vivir sin él, y que el siguiente paso era olvidarle, que estaba de mas en mi corazón, que sobraba, que ya no tenía un hueco...tal vez porque sino se iba a quedar con él entero. Tal vez porque sino sería mas doloroso, es el hecho de querer y no tener, y de tenerlo, pero no poder estar ahí. Es la sensación que te recorre la espalda cuando lo ves y piensas, es el regalo más grande del mundo. La necesidad de gritarle al mundo que lo necesitas, de saltar a las nubes, de golpe, de tocarlo, de cogerlo de la mano, acariciarle y...susurrarle al oído. Esas ganas irreprimibles de besarle, de abrazarlo, de sentir su aliento a dos milímetros de ti.

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