domingo, 15 de abril de 2012

Comerse el mundo.

Pensar y darte cuenta de demasiadas cosas. Mi vida siempre ha estado llena de sueños, sueños que desde pequeña he visto inalcanzables. Me he caracterizado todos estos años por mi poca seguridad, por la curiosa manera que tengo de no valorarme, de no quererme. 
Por eso mis expectativas siempre han sido bastante bajas.
Y todo esto era así hasta hace relativamente poco. Es ahora cuando voy viendo que los sueños que tengo a lo mejor no son tan inalcanzables como creía. Que si luchas por lo que quieres, lo consigues. Y que solo a base de estos esfuerzos puedes llegar a ser feliz.
 Deja de pensar en el que dirán. ¿Te gusta algo? ¿Estás seguro de que quieres conseguirlo? Pues date cuenta de una jodida vez. Que nadie más va a vivir tu vida. Solo tú. Y por eso es importante que seas tú el que elija su forma de vida, una forma de vida que te haga sentir mejor persona y que consiga una gran sonrisa al llegar a casa todas las tardes.


Mirando las fotos que tengo en la pared me doy cuenta de que poco a poco voy cumpliendo mis objetivos. Y si ahora mismo le preguntara a esa niña que sale con una barbie en la mano si está contenta de ver como soy, estoy segura de que esa niña contestaría que sí.
Odio a la gente que desea quedarse en su infancia. Que no le gusta cumplir años... Entonces,¿qué sentido tiene tu vida? A mi, personalmente, me encanta ver como me voy superando cada día. Me encanta cumplir un año más cada 29 de octubre porque eso significa que he tenido 365 oportunidades para ser feliz, para disfrutar de la vida e intentar sonreír.


¿Quieres un buen consejo? Cada mañana levántate, mírate al espejo y... aunque tengas la peor cara del mundo, sonríe y di: Hoy me voy a comer el mundo.   Funciona, te lo aseguro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario